Hoy toca
hablar de la que posiblemente ha sido el mayor congreso científico de
la historia, se desarrollo en Bruselas en 1927 y en él se reunieron los
mayores físicos del momento para tratar sobre "Fotones y electrones”.
Fue en esta conferencia donde se produjo la discusión entre
dos grandes científicos que defendían postura totalmente
contrarias y de aquí salió una de las frases más famosas de
la física cuántica.
Por saber un poco de historia,
aunque casi todos hayan oído hablar de estos congresos, nos vamos a
Bruselas entre el 30 de octubre y el 3 de Noviembre de 1911, donde
tuvo lugar el primer congreso de Solvay
que organizo Walther Nernst y costeo Ernest Solvay,
un químico belga que desarrollo un método para
obtener bicarbonato sódico y consiguió una gran
fortuna.
conocía
la solución en ese momento. Aquí se
reunieron genios como Einstein, Poincare, Marie Curie y Planck entre otros.
Primer Congreso Solvay |
Tras
otros posteriores congresos, en 1927 llegó el quinto congreso donde se
desarrollo la mayor discusión de la física cuántica, pues se trato un principio
un tanto decepcionante de la física, propuesto por un niño prodigio alemán,
Werner Heisenberg (futuro jefe del programa nuclear nazi), que con tan solo 26
años llego a su famoso principio de incertidumbre.
En esta discusión
chocaron dos corrientes de la época , la corriente determinista, apoyada por
Einstein y Planck entre otros, que defendía un universo ligado por leyes rígidas,
donde pasado, presente y futuro se podían fijar, y la corriente de Copenhague,
que contaba con Heisenberg , evidentemente, y Bohr, según la cual el universo
estaba gobernado por leyes probabilísticas, si
la propuesta de Heisenberg era cierta, desde un punto de vista cuántico sólo
sería posible determinar la posición o la velocidad de una partícula en un
instante dado, con lo que nada se podría decir, con certeza, de lo que le había
ocurrido a dicha partícula antes o después de la medida.
A los físicos clásicos esto les producía dolor de cabeza,
ellos pensaban que el observador no alteraba la naturaleza de lo observado,
pero Bohr pensaba que lo único que existía era “una descripción de la realidad”.
El físico judío, Einstein, se resistía a esta interpretación y
pensaba en “una teoría que representase las cosas en sí mismas y no la
probabilidad de su ocurrencia”, por lo que genero una batalla por tumbar
este principio.
Einstein empezó a producir experimentos mentales para tumbar
el principio de incertidumbre, pero Bohr siempre desde un punto de vista físico
contraatacaba sus ideas. Fue en una de estas discusiones donde Einstein le dijo
a Bohr que dios no juega a los dados y tras un pequeño silencio Bohr le exclamó
“Señor Einstein, deje de decirle a Dios lo que tiene que hacer con sus dados”.
Lo que ocurrió en ese congreso se puede resumir en lo que dijo el físico
austríaco Paul Ehrenfest que describió emocionado la intensidad de los debates
entre los dos físicos: "Ha sido una especie de juego de ajedrez: Einstein
aportando en cada ocasión nuevos ejemplos con la intención de romper el
principio de incertidumbre y Bohr, desde fuera de la niebla filosófica,
buscando herramientas para aplastar un intento tras otro. Ha sido realmente
extraordinario".
Después de esta reunión el genio de Einstein no salió del
todo convencido y nada mas llegar a la universidad de Princeton e instalarse en
su nuevo despacho, se le pregunto si necesitaba
algo más y Einstein respondió que sólo necesitaba un cuaderno y lápices. Antes
de terminar la conversación, añadió: "Ah, sí, y una gran papelera a
la que pueda arrojar todos mis errores".
Esta es una anécdota de lo que ocurrió
en este congreso de Solvay, donde dudo que se vuelva a unir, otra vez, tanta
genialidad en una misma sala, pues de los 29 asistentes 17 terminarían con un
Premio Nobel.
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